Hace un cuarto de siglo años comencé un camino sin retorno generando contenidos e información gastronómica. A lo tonto a lo tonto soy de los veteranos en este apasionante negociado del comercio y del bebercio. ¡Quién me lo iba a decir!
En este tiempo han caído al saco: 10 libros, 2 programas en tve (Parar Taula 1998-2003 y Somos Dieta Mediterránea 2013-2018), programas de radio (Cadena SER «De lo bueno lo mejor» 2005-2011), más de 600 artículos en prensa, innumerables posts, o reportajes semanales en medios como, La Vanguardia, Las Provincias, El Mundo, Verema… etc. En fin, historias.
De lo que queda por llegar de Paco a la Naranja… No lo tengo muy claro. Adopté el apellido del fruto más representativo y denostado de nuestra tierra, básicamente como una declaración de principios.
Siempre huyo de la etiqueta «Crítico Gastronómico» porque no lo soy. Únicamente hablo de lo que me gusta, sin crítica a ningún hostelero en particular, porque mis padres lo eran , y un mal día, oyes, lo tiene cualquiera.
Me confieso enfermo de la cocina en todos sus aspectos. No lo puedo evitar, me encanta cocinar, comer y ver como cocinan. Disfruto escribiendo sobre la despensa mediterránea ¿A caso existe algo mejor para conversar en esta tierra? Lo dudo, aunque fijo que acabaremos discutiendo.
El día a día en la tele me lleva a estar en permanente contacto con la cruda realidad, y la gastronomía es esa ventana que abro de par en par para respirar, donde me asomo desnudo, vehemente y agradecido de vivir bajo este sol de Valencia. Eterna fuente de inspiración para locuras como Wikipaella y LaCulturaDelAlmuerzo, proyectos que llegaron a buen puerto gracias a magníficos equipos de profesionales, entre los que he encontrado acomodo y donde he podido aportar algo. Historias que se han materializado gracias al espíritu colaborativo de miles y miles de personas, valencianos en su mayoría, con la sinergia, en ocasiones, de instituciones y empresas.
Gracias a aquellos que me han ayudado a conseguirlo, unos empujando y otros bloqueando, pero todos a mi lado.
En 2016 se abrió una nueva puerta a la comunicación gastronómica en La Vanguardia, y aquí sigo, hambriento como siempre.
